Los Juegos del Hambre y Battle Royale

“Ya estaba así cuando llegué”, la distopía en la cultura popular contemporánea: Los juegos del hambre y Battle Royale. (O de cómo los hijos arreglan los platos rotos de sus padres. Otra vuelta de tuerca sobre la distopía). 

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Los Juegos del Hambre

Pitágoras dijo una vez «economizad las lágrimas de vuestros hijos, para que puedan regar con ellas vuestra tumba«. Es decir, dadles una buena vida a vuestros hijos para que os tengan aprecio y lamenten vuestra muerte. Aunque sabemos perfectamente lo que este mítico filósofo clásico quería expresar con esta cita, no deja de ser paradójico el cambio de significado que se le podría ofrecer hoy en día dados los acontecimientos que nos envuelven…

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Los Juegos del Hambre

En España, a día de hoy, cinco millones de personas se encuentran sin trabajo y un 50% de los jóvenes se ven incapaces de acceder al mundo laboral[1]. Eso solo en nuestro país, uno de los más perjudicados por la crisis económica global que tuvo su origen en los EE.UU donde, en noviembre del pasado año 2013 se censaba en un 7% total el porcentaje de población desempleada, una gran parte de la cual (un 14%) pertenecía a las cifras del desempleo juvenil[2].

Según la prensa[3], esta será la primera generación del llamado primer mundo que viva por debajo del nivel económico que alcanzaron sus padres. Unos padres que, a pesar de haber economizado las lágrimas de sus hijos, haciéndole caso a Pitágoras; de haber tenido el “mejor” sistema educativo, las mejores oportunidades y los mejores servicios (tomando la definición de mejor como los más avanzados), van a vivir peor que sus ellos.

Aunque podríamos ofrecer miles de razones por las cuales esto ha sucedido, no nos encontramos aquí para hablar de filosofía, sino de cultura popular, y la pregunta fundamental que nos surge al analizar este estado de las cosas es de qué manera estos han afectado a los productos culturales populares, especialmente al cine (y, por ende, a la literatura; o viceversa).

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Los juegos del hambre

Mientras que no podemos afirmar que existe un referente directo entre la crisis económica y el cine comercial que ha surgido desde que esta empezó, sí que llama la atención por su género (la ciencia ficción) y su argumento (basado en una distopía) la película Los juegos del hambre, del año 2012, año de grandes super-producciones en territorio norteamericano basadas en la idea de desastres apocalípticos, posapocalípticos y de catástrofes en general (Dredd, Iron Sky, La hora más oscura, e incluso Prometheus, entre otras) , y es que, como dice el guionista Carlos García Miranda, la distopía es el género de la crisis.

Pero, ¿En qué nos basamos para afirmar que Los juegos del hambre se trata de una distopía? Se define este subgénero asociado a la ciencia ficción por “…términos antónimos de utopía significando una ‘utopía negativa’, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética indeseable”. Según Fernando Ángel Moreno “…podemos clasificar la literatura y el cine que transcurren en sociedades distópicas según el papel que desempeña la sociedad distópica en sí misma[4].

Así, Nayibe Peña Frade clasifica la literatura y el cine distópico que describe las sociedades de masas en función del tipo de dominación política a la que están sometidas[5]. En el caso de Los juegos del hambre, basándonos en su argumento, nos encontramos con una sociedad posapocalíptica que tras una terrible tercera guerra mundial acaba dividida en 12 distritos gobernados por el Capitolio, central de la que emana todo el poder y que mata de hambre y de miseria a los ciudadanos. El arma del Capitolio para mantenerles sometidos no es más que un reality show en el que, cada año, dos jóvenes de cada distrito (24 jóvenes en total) lucharán a muerte en directo hasta que solo quede uno con vida; vencedor que alcanzará la gloria, la fama y la riqueza. La distopía se aprecia claramente en el carácter dominador del Capitolio, al que todos deben someterse y no solo eso, sino entregar a sus propios hijos para verles morir en televisión.

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Battle Royale

Esta premisa, sin embargo, no es novedosa. Ya la veíamos, casi calcada al milímetro, en una película anterior (también basada en una novela homónima, como en el caso de Los juegos del hambre, novela de Suzanne Collins) de nacionalidad japonesa: Battle Royale. En ella, debido al peligroso y alarmante número de población desempleada en Japón (un porcentaje del 2%, que ahora hasta nos daría risa), esta vez sí haciendo una clara referencia a una supuesta crisis económica, el gobierno – democrático, por cierto- decide tomar como solución para las revueltas juveniles que surgen a raíz del deshonor de ver a sus padres sin trabajo el enviar a una clase de un instituto de secundaria al azar a una isla desierta para que se enfrenten en una batalla real de la que solo podrá regresar con vida uno de los estudiantes. Curiosamente también, en ambos casos (Los juegos del hambre y Battle Royale), los supervivientes son siempre personajes femeninos que tratan de salvar por todos los medios (y lo consiguen) a sus inútiles compañeros masculinos. Pero ese es otro tema.

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Battle Royale

Citando el artículo de Joshua Rothman “The real Hunger Games: Battle Royale” (“los verdaderos juegos del hambre: Battle Royale”) respecto a la relación de estas dos películas, leemos que: “… If it’s rebellion you want, you’re better off seeing the Japanese film “Battle Royale,” made in 2000 (…) which anticipated “The Hunger Games” and, in many ways, bettered it. “Battle Royale” is also about a group of teen-agers murdering each other in a gladiatorial contest. But its extreme violence and candor—it was nearly banned by the Japanese Diet—lets it say the things “The Hunger Games” can’t quite bring itself to say.” (“…si es rebelión lo que quieres, es mejor que veas el film japonés Battle Royale, realizado en el 2000 (…) que anticipaba Los juegos del hambre de muchas formas y en cierto sentido, la mejoraban. Battle Royale trata también un grupo de adolescentes asesinándose mutuamente en una pelea de gladiadores. Pero su extrema violencia y candor – algo que casi surge de manera espontánea de la dieta japonesa- les permite decir cosas que Los juegos del hambre ni siquiera se atreve…”)[6].

También respecto a la relación que estos dos films dan de la crisis que provoca esta situación distópica, Joshua Rothman explica que “ In the explanatory text at the beginning of the movie, we’re informed that things are this way not because some apocalyptic event has destroyed society but simply because of prolonged economic malaise and unemployment. “Battle Royale” isn’t a postapocalyptic movie. It thinks of itself as taking place in today’s world.” (“en el texto explicativo al principio de la película, somos informados de que las cosas ocurren de este modo no debido a que algún evento apocalíptico haya destruido la sociedad sino, simplemente, por la prolongada crisis económica y el desempleo. Battle Royale no es una película posapocalíptica. Se considera a su misma como si tuviera lugar en el mundo de hoy en día.”)[7].

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Los juegos del hambre

En este sentido, Los juegos del hambre toma mucho más distancia con respecto a la situación actual y sitúa la acción de la película en un hipotético y poco probable escenario caracterizado por ser el resultado de una situación apocalíptica y desgarradora. En este caso, podríamos decir que los padres de los muchachos que se disponen a morir están tan traumatizados y asustados que se ven incapaces de reaccionar contra las barbaridades que su gobierno opresor les impone.

Aunque, a la vez, esta distancia de la situación le permite tanto a Suzanne Collins como a Gary Ross convertir esta situación distópica en una oportunidad para los jóvenes protagonistas de cambiar la situación y el sistema, destruirlo y crear algo nuevo; oportunidad que, por mucho que Joshua Rothman quiera defender al film japonés por encima del americano, no tienen los protagonistas de Battle Royale, que tan solo se resignan a vivir el atormentado presente que les ha tocado y aprender que la madurez es un asunto… dejémoslo en “complicado”. Así mismo lo explica George Eliot en Middlemarch: “If youth is the season of hope, it is often so only in the sense that our elders are hopeful about us.” “Battle Royale” gives expression to that most teen-age of feelings: refusal.”(“Si la juventud es la estación de la esperanza, solo lo es en ocasiones en el sentido que nuestros mayores son esperanzadores con respecto a nosotros. Battle Royale da expresión al más adolescente de los sentimientos: el rechazo”).[8]

Lo único que queda claro en ambas cintas es un hecho que se repite en la mayoría de las historias basadas en catástrofes o sociedades distópicas: que son los hijos los que deben arreglar los platos rotos de sus padres y sus generaciones precedentes para llevar a la sociedad a un nuevo orden lleno de justicia y felicidad. O, dicho de otra forma, que son precisamente los jóvenes que no vieron nacer la crisis o el desastre (entendámoslo como trauma en cualquiera de sus formas) aquellos que deberán arreglarlo.

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Los juegos del hambre

Tanto Katniss Everdeen en Los juegos del hambre, como Takako Chigusa en Battle Royale deben arreglar aquello que sus padres rompieron, el orden social ideal, y reconstruirlo gracias a la violencia y la rebelión contra las inhumanas leyes que les obligan a luchar entre ellos en lugar de contra el sistema que les maltrata; al igual que ocurre con Saba de Blood Red Roads de Moira Young, Beatrice en Divergent de Veronica Roth, o June en Legend de Mary Lou; tres novelas norteamericanas contemporáneas escritas también por mujeres, aparecidas en los tres últimos años que Abby McGanney Nolan agrupa para analizar las características comunes de las novelas distópicas tras el éxito de Los juegos del hambre de Suzanne Collins.

Abby McGanney Nolan no duda en afirmar que “…teens in our mismanaged times are demanding to read «something that isn’t a lie.» Writing on the phenomenon in The New Yorker, critic Laura Miller wondered if the authoritarian societies that dominate the trend are analogues to the oppressive world of high-school students, who are constantly monitored and hassled and forced to compete.”(“…los adolescentes en estos desorganizados tiempos demandan leer `algo que no sea una mentira´. Escribiendo acerca de este fenómeno en The New Yorker, la crítica Laura Miller se preguntaba si las sociedades autoritarias que están de moda son análogas al opresivo mundo de los institutos adolescentes, que son monotorizados y obligados y forzados a competir.”)[9].

Visto así, y ofrecida esta perspectiva cultural basada en la literatura y el cine de los últimos años, la solución que nos ofrece la cultura popular para la crisis es clara: o bien meternos a todos los inútiles aunque preparados jóvenes que poblamos el primer mundo a matarnos entre nosotros frente a las cámaras para disfrute de nuestros mayores (aunque para eso ya inventaron toda la serie de reality shores), o bien que nosotros mismos, los jóvenes, agarremos la situación de raíz y la destruyamos a base de rebelión, tomando como inspiración otra cita referida a la paternidad, al igual que la de Pitágoras con la que comenzamos: “todos los hombres desean la muerte de sus padres” de Dostoevsky. Por el momento, al menos en nuestro país, y a modo de cómica conclusión, parece que seguiremos con las versiones de Gandía Shore.

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Battle Royale

 Ha escrito esto…

Mi nombre es Elena Rosillo, omnívora cultural obsesionada con la Beat Generation y Glen Hansard. Pinto, escribo, canto coplas y hablo japonés. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, en proceso de doctorarme. He trabajado como redactora, community manager y SEO en páginas web relacionadas con el mundo de los Recursos Humanos y ofertas de empleo para universitarios. Ahora cumplo mi sueño de trabajar en la Guía del Ocio. En The Rosillo´s Rover escribo sobre ocio y cultura alternativa en Madrid, mi gran pasión.


[1] Datos del Instituto Nacional de Estadística (2013).

[2] U. S. Departament of Commerce. Bureau of Census. Extraido de datosmacro.com.

[3] Cadena SER. “Diario de la crisis” 24 de septiembre 2013.

[4] Fernado Ángel Moreno, introducción de la traducción al castellano de «Nosotros» de Yevgueni Zamiatin. Editorial Cátedra 2011.

[5] Nayibe Peña Frade, «La ciudad en la ciencia ficción (la literatura como ilustración y contraste de la teoría)«. Revista de Estudios Sociales núm. 11, febrero de 2002, pág. 90.

[6] “The real Hunger Games: Battle Royale” Joshua Rothman. New Yorker, 3 de abril 2012. Traducción propia.

[7] Misma cita. Traducción propia.

[8] Cita de Joshua Rothman en “The real Hunger Games: Battle Royale”.

[9] “Hell’s belles: tracking the teen heroines of the new dystopian thrillers” Abby McGanney Nolan. The American Prospect. Marzo 2012.

 

 

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