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[Opinión] 5 Razones para odiar los 90: (4) Tarantinis y efectos digitales

Texto de J.A. Olloqui, colaborador de The Rosillo’s Rover.
Titanic, un clásico de los 90. (Sí, nosotros también sabemos que Jack cabía en esa tabla)
Titanic, un clásico de los 90.
(Sí, nosotros también sabemos que Jack cabía en esa tabla)

4. Tarantinis y efectos digitales

El cine en los 90 cambió, y no necesariamente a mejor. De hecho ocurrió todo lo contrario. La década prácticamente se inauguró con Terminator 2, y la gente, al verla se quedó con el culo torcido. Un par de años después se estrenó Parque Jurásico, y la gente se quedó con el culo más torcido aun. Era un hecho: los ordenadores habían entrado en el mundo de los efectos especiales para ponerlo patas arriba.

James Cameron con su Terminator
James Cameron con su Terminator

Cualquier cosa era ya posible en pantalla. En teoría, claro, porque no todo el mundo se llamaba Cameron o Spielberg ni tenía sus medios. Me explico: en las décadas anteriores, en el mundo de los efectos especiales se había trabajado sobre todo con imaginación. Si algo no se podía exhibir en pantalla explícitamente, se buscaba alguna ingeniosa solución para arreglar el problema. Esto agudizaba la creatividad de los creadores de efectos especiales, pero también de los guionistas y directores.

Con la llegada de los efectos infográficos, esa traba se eliminó, pero, sorprendentemente, eso no significó una mayor creatividad en las historias. A partir de ese momento, cualquier chorrada que se le ocurría a alguien, podía tener traducción directa en la pantalla. Así, sin filtro ni nada. Las películas se convirtieron entonces en estruendosos y espectaculares festivales de pirotecnia vacía, con mucho lirili y poco lerele, como decía mi abuela.

En definitiva, comenzó a primar la forma sobre el fondo. Además, hay que tener en cuenta que esos primeros efectos infográficos nos parecían a los espectadores de la época la hostia en verso, pero que ahora, con el paso del tiempo, se puede apreciar que son de un cutre que tira de espaldas y que cantan a 16 bits una barbaridad. El resultado de esto es que, salvo escasas excepciones, las películas de los 90 han envejecido infinitamente peor que las de los 70 o los 80.

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Quentin Tarantino con su taza favorita. En fin.

En otro orden de cosas, un fenómeno raro de cojones arrasó el cine, y la cultura pop en general. Ese fenómeno se llamó Quentin Tarantino. El tipo estrenó su primera película Reservoir Dogs, en 1992, y supuso un importante hito dentro del cine independiente norteamericano.

Pero nadie podía imaginarse lo que iba a ocurrir con su siguiente película, Pulp Fiction, de 1994: la película fue un megaéxito, lanzó la carrera de Samuel L. Jackson y relanzó la de John Travolta, y puso de moda los trajes negros con camisa blanca, la música surf y la de los años 70. Todo el mundo encumbró a Tarantino como un genio, y su fea jeta comenzó a asomar por todas partes.

El fenómeno Pulp Fiction tuvo dos consecuencias.

– La primera fue la Tarantinización del cine, que consistió en que, durante unos años TODAS las películas que se hacían se parecían por fuerza a las películas de Tarantino:

  • gente del hampa hablando durante horas de chorradas sin sentido y usando la palabra “jodido” 3 veces por frase,
  • fugaces destellos de violencia justo cuando ibas a empezar a dormirte…, o si no,
  • directamente filmar cualquier cosa relacionada con el director, bien fueran guiones que había escrito con anterioridad a su éxito y que, rechazados, dormían en el fondo de los cajones de los estudios : Amor a quemarropa (Tony Scott, 1993) ,o  Asesinos natos (Oliver Stone, 1994), o bien cosas escritas expresamente para una película (durante años circuló la leyenda de que la escena en la que Denzel Washington habla de Silver Surfer con un soldado en Marea roja (Tony Scott, 1995) había sido escrita por Tarantino, y que por ello había recibido una cantidad indecente de dinero. Sea o no cierta esta leyenda, la escena es una mierda con orejas y no pega ni con cola con el resto de la película).

– La segunda consecuencia fue que una horda de cineastas independientes (y liantes) se coló en los grandes estudios, que los acogió con los brazos abiertos, a la caza de la nueva gallina de los huevos de oro: Kevin Smith, Alexander Rockwell, Tom DiCillo, Robert Rodríguez… Esto se tradujo en algunas películas interesantes, pero también en toneladas de mierda infumable que los espectadores acogíamos como una nueva verdad revelada.

Matrix... y Morfeo <3
Matrix… y Morfeo <3

Para terminar de demostrar que la década fue ignominiosa, tan solo un par de datos más: Titanic (James Cameron), de 1997 fue la película que más Oscars se ha llevado de la historia (empatada con Ben Hur y la segunda parte de El señor de los anillos), así que pueden ustedes imaginar el nivelazo de los Premios de la Academia de ese año. Y la década acabó con Matrix, de 1999, lo que nos catapultó a una década del 2000 repleta de tiempo-bala, hostias orientales a ritmo de techno, y metafísica de Todo a 100.

¿Y en España, qué? Pues nada, nosotros a lo nuestro: creyéndonos transgresores por estrenar una película como Historias del Kronen, y modernos y sofisticados por Abre los ojos. Ay, qué pena de país.

5 razones para odiar los 90:

1. Grunge, indie y aburrimiento.

2. Despojos de los 80.

3. Telebasura y basura en la tele.

J.A. Olloqui
J.A. Olloqui

Texto de…

Me llamo J. A. Olloqui, y crecí en Móstoles, al igual que otros grande escritores como Faulkner o Dostoyevski. Estudié lo suficiente para escribir sin faltas de ortografía. En la década de los 90 y del 2000 toqué con varios grupos y grabé un par de discos que espero por tu bien que no hayas tenido la desdicha de escuchar. En 2013 publiqué mi primera novela: ¡Malditos terrícolas! (Ilarión), pero como no me apetece leerla estoy esperando a que saquen la película. Amo el cine, la literatura, los cómics y la música, y por eso estoy siempre cabreado.

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