El pasado sábado 14 de diciembre, tuvimos la inmensa suerte y el honor de poder entrar en la Sala Houdini, no solo para disfrutar del espectáculo de mentalismo de Toni Bright – nombre que, si hay justicia, empezará a conocerse aún más de lo que ya se conoce muy próximamente, gracias a espectáculos impecables como el de anoche-, sino a recorrer cada uno de los recovecos de la sala (y son muchísimos) en compañía de este gran mentalista.
Haciendo honor al nombre de su espectáculo, “Creer para Ver”, hoy en The Rosillo´s Rover te proponemos, precisamente, que abras tu mente tanto como puedas para dejarte absorber por el imaginario de Toni Bright, y disfrutar como lo hicimos nosotros en la mejor sala de magia de Europa: la Sala Houdini.
Por suerte, o por desgracia, el pasado sábado 14 de diciembre a las 9 de la noche la Sala Houdini apenas contó con una quincena de asistentes al espectáculo del mentalista, oriundo de Elche, Toni Bright. Posible mal trago para la sala, pero gran suerte para Elena Ruíz (psicóloga y diseñadora gráfica, mezcla explosiva), Pedro Sánchez (periodista en el programa Televisión Educativa y Cultural Iberoamericana y adicto al tenis) y yo; los tres miembros que aquel día formábamos equipo para The Rosillo´s Rover. Y digo suerte, porque nos permitió disfrutar aún más de cerca de la ¿Magia, poderes, mentalismo? De Toni Bright. Tanto, que cada uno de los asistentes puso participar activamente en el show y subir al escenario con Toni.
Ataviado con su característica parca gris, pantalones y camisa negra, Toni Bright hizo su aparición en el escenario de la Sala Houdini de Madrid acompañado tan solo con algunos libros, una libreta, sobres, una calculadora y dos pizarras. Para qué utilizaría aquellos instrumentos, en aquel momento, era un misterio. Al igual que los trucos a los que nos enfrentaría para llevar a cabo su misión de Creer para Ver.
En un primer momento, Toni Bright hizo varios juegos interactivos de adivinación con el público. Hizo subir al escenario a uno de los asistentes para adivinar, una y otra vez, el número del dado que este colocaba en una caja cerrada de espaldas a Toni ( y no falló ninguna vez); yo misma subí al escenario y tuve que memorizar una palabra de un libro entre tres, que Toni averiguó en pocos segundos. Pedro también participó, sujetando entre sus manos una bolsa de churros completamente vacía, en la que Toni Bright fue colocando los tenedores que algunos de los asistentes firmaron, después de comprobar que eran sólidos y normales; para después doblarlos tan solo (en apariencia) con el poder de su mente.
Después de este truco de telekinesia, con el que dio final a la primera parte del espectáculo, Toni Bright regresó tras cinco minutos al escenario de la Sala Houdini con todavía más fuerza para realizar uno de los trucos más complicados de la noche: aquel en el que averiguaría el número de la lotería. Truco que – también aparentemente – salió mal. Pero solo aparentemente, dando después una vuelta de tuerca que ninguno de nosotros esperábamos y que no quiero – ni debo – desvelar aquí, para que vosotros mismos descubráis por vuestros propios ojos en las siguientes representaciones de Toni Bright.
Para finalizar la noche, Toni Bright se arriesgó con el truco que, quizá, más necesitaría de nuestra fe y de, paradójicamente, esa fuerza de creer para ver: un truco de espiritismo. Pese a no ser demasiado fan de este tipo de magia (de hecho, agradecí de manera infinita que no fuera yo la elegida de entre el público para desarrollar este truco), debo decir que su consecución fue, cuanto menos, inexplicable. Al principio del espectáculo, Toni Bright pidió a nuestra compañera Elena Ruíz que escribiera el nombre de una persona recientemente fallecida en un papel, sin que nadie más lo viera, y que lo rompiera en mil pedazos y los guardara dentro de su bolso. Al finalizar el espectáculo, Toni Bright nos contó la historia del famoso mentalista que fue condenado a morir en la hoguera junto con dos pizarras, a no ser que consiguiera hacer contactar a la princesa del reino (Elena, en este caso) con los espíritus.
Elena subió al escenario de la Sala Houdini, firmó cada una de las pizarras por los dos lados, de tal forma que, si alguien más las hubiera tocado, quedarían pruebas de ello, y sujetó estas dos pizarras juntas con una tiza entre medias. Toni Bright, entonces, convocó al espíritu de aquella persona en la que Elena había pensado, pidió a Elena que cerrara los ojos y, de nuevo, levantara las dos pizarras. El resultado fue un mensaje de su abuela, en medio de las dos pizarras, firmado con su nombre, que difícilmente podría haber sido adivinado: Felicitas.
Tras este truco final, Toni Bright volvió a desaparecer entre las cortinas de la Sala Houdini para aparecer después en La Cuchara Mágica de Leganés, donde daría su siguiente espectáculo, dejándonos a nosotros, su público, con la duda de si creer en todo aquello que habíamos visto representado ante nuestros ojos, o tratar de explicarlo de una forma lógica. Yo, aun, no la he encontrado.
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Sala Houdini. Calle de García Luna nº13, metro Prosperidad.
Espectáculo Creer para Ver de Toni Bright: 12€
Consumición en el bar de la Sala Houdini: 6€ copa.
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Mi nombre es Elena Rosillo, omnívora cultural obsesionada con la Beat Generation y Glen Hansard. Pinto, escribo, canto coplas y hablo japonés. He trabajado como redactora, community manager y SEO en páginas web relacionadas con el mundo de los Recursos Humanos y ofertas de empleo para universitarios. Ahora cumplo mi sueño de trabajar en la Guía del Ocio. En The Rosillo´s Rover escribo sobre ocio y cultura alternativa en Madrid.
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